Miguel Kozuszok Presidente de Unilever para Latinoamérica |
El impacto del cambio climático se acentúa cada vez más, al punto que hoy podemos ver terribles sequías y grandes inundaciones ocurriendo simultáneamente en una misma región.
A su vez, el acceso a los alimentos presenta una auténtica paradoja: mientras millones de personas cada día se van a la cama con hambre, otras tantas son obesas, en una situación que incluye tanto problemas de pobreza como de equidad. Además, miles de niños sufren enfermedades que pueden ser fácilmente evitadas adquiriendo hábitos simples, como el lavado de manos.
Por eso hoy nos encontramos frente a un punto de inflexión que nos obliga a actuar rápidamente y hacer las cosas de manera distinta. Es ahí donde la sustentabilidad se presenta como un nuevo paradigma que destierra los viejos preceptos que consideraban que los recursos del planeta eran infinitos. Está claro, no lo son.
Es necesario enterrar también el preconcepto de que la sustentabilidad no va de la mano con el crecimiento económico. Nosotros podemos asegurar que la sustentabilidad es, además de fundamental para poder pensar un futuro, un buen negocio en la actualidad. Permite optimizar procesos, economizar insumos, reducir el consumo de agua y energía, estimular el desarrollo y potenciar la innovación.
Hoy, de la mano de un consumidor mucho más “inteligente”, las marcas sustentables – que tienen un propósito y que a la vez son producidas sustentablemente – crecen mucho más que aquellas que no lo son; y desde nuestro lugar, en el ámbito de la industria del consumo masivo, tenemos un impacto importante en la sociedad, porque cada día, dos mil millones de personas usan alguno de nuestros productos. Por eso desarrollamos productos que entregan el mismo desempeño deseado, pero necesitando para ello menos recursos como el agua y la energía.
Esos productos, utilizados por millones de personas, generan un gran impacto positivo. Esto se multiplica exponencialmente si consideramos que otras empresas ofrecen y ofrecerán productos con un menor impacto ambiental.
Para que esto funcione, es fundamental contar con un modelo de negocio que posicione a la sustentabilidad en el centro. Sólo aquellas empresas que adopten esta iniciativa lograrán sobrevivir en el futuro. Sólo aquellos que crezcan sustentablemente prosperarán. En ese proceso, es fundamental incluir a la cadena de valor extendida.
Pero el círculo virtuoso del desarrollo sustentable necesita de otra parte fundamental: transformarse en algo generalizado y cotidiano. Si desde las empresas conseguimos ofrecer productos sustentables que no requieran un esfuerzo extra para el consumidor, sólo nos resta lograr que los consumidores, al momento de elegir frente a la góndola se inclinen por aquellas “marcas sustentables”.
El éxito de este movimiento depende de todos: la sociedad civil, los estados, las ONGs, las cámaras empresariales y los consumidores. Es fundamental compartir visiones y experiencias, y así encontrar juntos la forma de conseguir un impacto social positivo a gran escala. Sólo combinando nuestras propias acciones con las de otras compañías, el trabajo con nuestros socios estratégicos y la participación activa de los consumidores y la sociedad en general podremos lograr un “cambio transformacional”, un cambio sistémico.
Trabajar juntos es, sin dudas, la única manera de lograr un nuevo modelo de negocios y un nuevo modelo de vida.