Una inquietud cada vez más resonante se hace oír en el sector financiero: ¿Es el final de las sucursales bancarias físicas? La banca digital ha revolucionado la manera en la que manejamos nuestras finanzas, liberándonos de la necesidad de adentrarnos en una oficina bancaria y, por tanto, las instituciones financieras se encuentran revaluando su presencia física tradicional.
La ascensión de este fenómeno no es un misterio; ha venido en aumento durante los últimos años, gracias a la incursión de la tecnología en el sector bancario y a la preferencia de los usuarios por las facilidades de la banca online. Aun así, su aceleración ha alcanzado cifras sin precedentes durante la pandemia del Covid-19, con restricciones de movilidad y atención presencial. Pero incluso después de retornar a una suerte de normalidad y con la declaración de la Organización Mundial de la Salud sobre el cese de la emergencia sanitaria, la demanda de servicios bancarios en línea no ha hecho más que incrementar, gracias al flujo constante de Millennials y Zoomers hiperconectados que se incorporan al mundo laboral. Todo esto cuestiona seriamente la necesidad de las sucursales bancarias físicas.
A nivel global, múltiples grandes entidades financieras han optado por cerrar miles de sucursales en los principales mercados, enfocándose en lugar de ello en potenciar sus servicios digitales. Como ejemplo, en los Estados Unidos, donde un 9% de todas las sucursales bancarias cerraron entre 2017 y 2021, según la National Community Reinvestment Coalition. En España, las estadísticas del Banco de España indican que el 33,4% de las sucursales, es decir, una de cada tres, han cerrado en los últimos cinco años. En Latinoamérica, la tendencia es similar. Según datos de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV), México ha visto una disminución del nueve por ciento en el número de sucursales bancarias, pasando de 12,849 en 2019 a 11,698 en diciembre de 2021.
Estas cifras pintan un retrato cuyo panorama es evidente: la banca se está digitalizando a un ritmo acelerado, y las acciones del sector parecen coincidir con este hecho. De acuerdo con la última encuesta del Digital Banking Report, el 77% de los banqueros a nivel mundial pronostican que para 2025, tres cuartos de las nuevas cuentas se abrirán a través de canales digitales. Este porcentaje coincide con la investigación realizada por la Unidad de Inteligencia de The Economist (EIU) que determinó que dos tercios (65%) de los ejecutivos bancarios creen que el modelo basado en sucursales estará obsoleto en un plazo de cinco años.
Por tanto, la habilidad de adaptarse a la revolución digital es crítica para que los bancos evolucionen y mantengan su competitividad. La transformación digital ha dejado de ser una tendencia para convertirse en una imperativa necesidad. Para los bancos, ya no se trata de si deben digitalizarse, sino de cómo hacerlo de manera efectiva.
Actualmente, la solución reside en las plataformas de procesamiento de transacciones digitales. Estas innovadoras plataformas SaaS (Software as a Service) gestionan todo el ciclo de vida de las transacciones desde la nube, brindando innumerables ventajas y funcionalidades que se alinean perfectamente con los nuevos ecosistemas de pagos. Permite a las entidades bancarias proporcionar soluciones sofisticadas y modernas a sus clientes, eliminando la necesidad de una presencia física. A pesar de esta acelerada digitalización, es fundamental recordar que el cliente sigue siendo la prioridad, y una plataforma de procesamiento de transacciones digitales posibilita que los bancos proporcionen una experiencia de usuario excepcional, accesible desde cualquier dispositivo o canal. Se presenta como una oportunidad para reinventar la banca, mirando hacia el futuro y siendo pioneros en una experiencia bancaria moderna que ofrezca seguridad, rentabilidad y capacidad de crecimiento.
El ocaso de las sucursales físicas parece estar llegando, pero gracias a soluciones de banca digital, los bancos tienen la capacidad de adaptarse, superar los desafíos, mantenerse competitivos y adaptar su oferta a las necesidades reales del cliente. La batuta de la adaptación digital ya se ha levantado, y para las instituciones financieras es ahora o nunca. ¿Está tu banco preparado para esta nueva era digital?
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