La agricultura, como pilar esencial de las sociedades, juega un papel fundamental en la provisión de alimentos seguros, nutritivos y sostenibles para todos. En el marco del Día Mundial de la Agricultura, que se conmemora cada 9 de septiembre, Cargill reafirma su compromiso de contribuir a un futuro con acceso a alimentos inocuos, asequibles y de calidad.
En un mundo donde la población sigue creciendo y los desafíos globales como el cambio climático persisten, la seguridad alimentaria se ha convertido en una preocupación central. Para 2030, el sistema alimentario deberá producir entre 45 y 50 millones de toneladas métricas adicionales de productos agrícolas por año.
Es en este contexto que la participación activa de las empresas, como Cargill, se vuelve fundamental en la promoción y protección de la seguridad alimentaria.
“En Cargill entendemos que nuestra posición única en el centro del sistema alimentario y sector agrícola nos confiere una responsabilidad especial. Nuestro propósito es alimentar al mundo de manera segura, responsable y sostenible, apoyando a las comunidades agrícolas y asegurando que los productos que llegan a la mesa de los consumidores sean de la más alta calidad”, apunta Xavier Vargas, presidente de Cargill Proteína Latinoamérica (CPLA).
Compromiso con la innovación y sostenibilidad
Cargill ha implementado numerosas iniciativas para garantizar la seguridad alimentaria, basadas en la innovación y la sostenibilidad. La compañía se esfuerza por liderar con el ejemplo haciendo inversiones importantes y sostenidas en la capacitación, tecnología y mejoras operativas, como expandir la automatización de procesos, usar herramientas digitales y analítica avanzada e implementar prácticas agrícolas sostenibles que reduzcan el impacto ambiental.
“Nuestros esfuerzos comienzan con las personas que cultivan los alimentos de los que depende el mundo, porque el éxito de los agricultores y productores de alimentos es fundamental en nuestro trabajo para alimentar el futuro. Colaboramos estrechamente con agricultores, proveedores y socios para promover buenas prácticas agrícolas y mejorar la calidad de los alimentos a nivel mundial”, sostiene el ejecutivo.
Cargill se dedica a educar y capacitar a los agricultores en mejores prácticas de manejo de cultivos, promoviendo el uso de técnicas que no solo mejoran la productividad, sino que también aseguran la salud del ecosistema. A través de programas de colaboración con gobiernos, organizaciones no gubernamentales y otros actores del sector, busca fortalecer la resiliencia de las comunidades agrícolas frente a los desafíos del cambio climático y la variabilidad de los mercados.
Bajo la “Alianza para Centroamérica” (PCA), para la que destinó 160 millones de dólares en inversiones comerciales y sociales, Cargill ha impactado en los últimos dos años y medio a más de 7 mil productores y emprendedores locales, muchos de ellos mujeres.
“Seguiremos invirtiendo en nuestras cadenas de suministro para ayudar a garantizar un futuro con seguridad alimentaria, conectando a los agricultores con los mercados y a los clientes con el suministro que necesitan para alimentar y abastecer al mundo. Por eso, para aumentar nuestro valor para los agricultores, Cargill está expandiendo su capacidad para almacenar, procesar y mover sus cultivos”, enfatiza.
Invitación a la acción
Con motivo del Día Mundial de la Agricultura, Cargill hace un llamado a las empresas de todos los sectores para que se unan a este esfuerzo y adopten un enfoque proactivo en la protección de los recursos alimenticios globales, ya que la seguridad alimentaria es una prioridad mundial que requiere el compromiso colectivo.
“Es fundamental que las empresas no solo cumplan con los estándares de seguridad, sino que también innoven y lideren en la adopción de prácticas responsables y sostenibles. Trabajando juntos, la agricultura es la forma en que conectaremos a todos con los alimentos que necesitan y dejaremos un planeta más resiliente para la próxima generación”, puntualiza Vargas.
Es en ese sentido que la seguridad alimentaria es una responsabilidad compartida por todos los actores de la cadena de suministro, desde los agricultores hasta los consumidores.
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